Mi lado Escritor archivos - German Perelli https://germanperelli.com.ar/category/mi-lado-escritor/ El Camino de las IDEAS Wed, 04 Dec 2019 00:05:19 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.1.4 https://germanperelli.com.ar/wp-content/uploads/2017/08/cropped-favicon-32x32.png Mi lado Escritor archivos - German Perelli https://germanperelli.com.ar/category/mi-lado-escritor/ 32 32 INFANCIA. https://germanperelli.com.ar/infancia/ Wed, 04 Dec 2019 00:05:09 +0000 https://germanperelli.com.ar/?p=1027 Ser niño en mi pueblo, treinta y pico años atrás, era una, verdadera, fiesta, pero para ello, había que desarrollar, rápidamente, algunas habilidades para estar a la altura de la barra, que unía edades impensadas, juntaba chicos de 4 a 14 años. Lo primero que había que saber, o aprender, era a jugar al fútbol, […]

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Ser niño en mi pueblo, treinta y pico años atrás, era una, verdadera, fiesta, pero para ello, había que desarrollar, rápidamente, algunas habilidades para estar a la altura de la barra, que unía edades impensadas, juntaba chicos de 4 a 14 años. Lo primero que había que saber, o aprender, era a jugar al fútbol, darle a la redonda era actividad diaria y si no lo hacías aceptablemente, estabas condenado a mirar largas horas como los otros jugaban. Otra actividad imprescindible era aprender a andar en bicicleta, tarea nada fácil, porque no es como ahora que hay una bici para cada edad, la que te tocaba había sido, seguro, de hermanos mayores y alguien más de la familia, la que me tocó en suerte era de color rojo, primeramente, fue de mi primo Dani, luego de mis hermanos mayores y, finalmente, mía. Ir derecho era fácil, el tema era doblar !!!! Luego de semanas de práctica, codos y rodillas del color de mi bici, aprendía a manejarla. Era fundamental también, enfrentarse al que mandaba, al menos una vez, porque obedecer significaba hacer todo.

Los padres trataban de asustar con el Pombero, » dicen que lo vieron en la represa de Galeano «, » Guillermo lo vio en la represa de Smith «, » en el fondo del barrio San Martín tiene su ranchito «, pero a nosotros no nos paraba nadie, las excursiones eran diarias, espíritus salvajes en el lugar ideal.

La memoria es un cruce de varios caminos, uno conduce al olvido, otro sigue derecho para no pensar, el tercero es el valedero, es el que, cuando recurrimos él, nos trae, fresquito, el recuerdo de momentos, esos donde todo estaba por crearse, todo se compartía y siempre era verano, en el CHACO siempre es verano, porque recordamos los que pasaron y proyectamos el que viene.

La infancia vuelve a mí, ahora que el sol empieza a mostrar y demostrar su alcance, que los días se demoran, las noches se acortan, cierro los ojos y veo a mi barrio, como una postal querida, las casas, mi patio, mi viejo con la guitarra sacando un tema de » Los Chalcha «, mi vieja, atareada, para que nada falte y a mis hermanos, apurándome, porque nos están esperando los chicos en la canchita de la escuela 237.

( A mi barrio, a los amigos de la infancia, a mis hermanos, primos y a mis viejos )

Germán – Dacha.

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Aún no es Mañana https://germanperelli.com.ar/aun-no-es-manana/ Mon, 25 Nov 2019 17:06:44 +0000 https://germanperelli.com.ar/?p=1024 Y los dos limoneros juegan a alcanzarse, a veces hay más esperanza en las plantas que en las personas, la naturaleza nunca defrauda. Vuelve el día de lo que alguna vez fuimos,cuando no veíamos venir la noche,las horas de plata y las siestas eternas,tereré infaltable unidor de anécdotas con cuarenta grados de calor. El pueblo era un barrioy el barrio toda […]

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Y los dos limoneros 
juegan a alcanzarse, 
a veces hay más esperanza 
en las plantas que en las personas,
la naturaleza nunca defrauda.

Vuelve el día de lo que alguna vez fuimos,
cuando no veíamos venir la noche,
las horas de plata 
y las siestas eternas,
tereré infaltable 
unidor de anécdotas 
con cuarenta grados de calor.

El pueblo era un barrio
y el barrio toda creación,
hambre de futuro teníamos en todo el cuerpo,
puñado de arroz 
para el guiso juntábamos
y alguna gallina desprevenida
se arrimaba solita a la olla,
el amor empezaba a golpear 
algo más que el corazón,
los deportes de triples y goles 
renovaban – día a día – la pasión.

Vino en damajuana 
moneditas juntar para tomar,
tinto carácter siempre dispuesto a aguantar.

Acechados por el deseo de otra cosa,
soñábamos despiertos en algún banco de la plaza,
o en el semicírculo de la plazoleta,
la literatura comenzaba a darme golpes,
con sus indicios de querer leer primero,
todavía no se reunían las palabras para que las escriba.

Las carrozas daban comienzo a la primavera, 
el pic – nic hacía vibrar a los estudiantes, 
el baile de la noche,
la tensa espera de » los lentos «,
animarse a ir a invitar,
que te digan que sí,
era la sublime gloria
para tratar de conquistar. 

Ariel cantaba » para ser libre 
no se necesita nada,
simplemente tener ganas 
de no ser carne de cañón «. 

Si a veces decido no salir de casa,
es para no olvidar,
para que el filo de la luna
no corte los recuerdos.

Afortunadamente,
aún no es mañana. 

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La Noche https://germanperelli.com.ar/la-noche/ Mon, 25 Nov 2019 16:39:01 +0000 https://germanperelli.com.ar/?p=1020 La noche es la puerta abierta a la realidad, todo puede suceder en su enorme palma oscura donde controla nuestros movimientos. Por muchos años no podía dormir, insomnio continuo, esto marcó gran parte de mi vida. Con la certeza que me da hoy, luego de la aplicación de una técnica milenaria por manos mágicas, recuperar […]

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La noche es la puerta abierta a la realidad, todo puede suceder en su enorme palma oscura donde controla nuestros movimientos. Por muchos años no podía dormir, insomnio continuo, esto marcó gran parte de mi vida.

Con la certeza que me da hoy, luego de la aplicación de una técnica milenaria por manos mágicas, recuperar el dormir, me gusta caminar de noche, tarde, cuando la ciudad duerme y sé que, también yo, en un rato, voy a copiar esa actividad. Lo primero que hago es mirar la luna, nunca la luna en la ciudad es igual a la de mi pueblo, es más apagada, un poco más chica, las luces y su trabajo deben hacer que así me parezca. Caminar por la peatonal donde los negocios cobran vida a falta de gente; seguir hasta los cafés habituales, solo pasar a saludar y continuar.

Mis amigos, a esta hora, duermen soñando que todo va a mejorar, que la utopía de igualdad es realizable.

Los personajes aparecen como en una película de Fellini, el que cuida las motos, los que esperan afuera y piensan extrañas estrategias para tratar de ganarle al destino marcado del casino que se lleva hasta la ilusión. Continuar hasta la avenida deteniéndome en las esculturas que dan esa compañía sin molestar que siempre me ha llamado la atención. Algún parroquiano, rezagado, a eso de las dos, demora el vino, porque le queda algo para contar, mientras el mozo arrastra las sillas con aire cansado y tristón. La alarma de alguna moto se dispara y quiebra el silencio en dos; una chica llora y trata de disimular las lágrimas con su pelo mientras balbucea palabras en su celular de última generación. Un cuida coches exhibe sus puños a lo Carlos Monzón a un colega de la otra cuadra diciendo que lo » durmió » cobrando él, lo que era para este aprendiz de boxeador.

El aire de la madrugada me va indicando que es hora de volver al hotel, a dormir un rato, previa lectura, y, tal vez, algún poema que quisiera otra boca repita mejor que este, casi, noctámbulo disfrutador.

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