De la Historia al Deseo.

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Van más de cien días de cuarentena, Covid- 19 es algo tan incorporado a nuestro lenguaje, como las nuevas formas de protegernos, es lo que nos va dejando la nueva pandemia: el distanciamiento, el barbijo, el lavado de manos, el alcohol en gel, las noticias que hablan de todo eso: los contagios, las muertes y los recuperados, eso sumado al desempleo, la pobreza, el cierre de fábricas y de negocios de todo tipo. En este contexto pandémico extremo, no hay forma de que no nos afecte, de que no nos haga mal conocer todo esto, los que tenemos alguna intención lectora y de análisis, tenemos la responsabilidad de tratar de contar, desde nuestro rinconcito, lo que vemos e imaginamos, en que podemos contribuir, aunque sea mínimamente, en todos los aspectos.

Todos hablamos de la nueva forma de relacionarnos, y es cierto, es imposible pensar hoy en un abrazo fraterno con un amigo, un apretón de manos, o en un beso apasionado con personas que no sean del círculo bien bien íntimo; me resisto a pensar que eso será siempre así como algunos ya lo afirman. En ese conjunto de pensamientos, afectado tal vez un poco por la lectura de algunos textos filosóficos, más el intercambio epistolar moderno (vía mails) con un escritor que admiro y con el que pensamos muy distinto en algunos temas políticos (yo diría que no tanto, pero él sí), es que tenemos que tener una mirada más amplia hacia lo que nos pasa, no solamente con esta pandemia, hablo de la historia y del porqué repetimos errores, desde al menos 90 años. Criticar nunca está mal, por el contrario, no se puede callar si uno no está de acuerdo, y acá, con Capitanich de gobernador hay para hacerse una fiesta semanalmente en cuanto a lo que no hizo, no hace, o hace mal. Pero hablo de manera más general y como país. Con lo que nos está pasando, sabemos que va a quedar el tendal en todos los temas, de manera literal, y siempre ante los mismos problemas, buscamos o intentamos las mismas soluciones, los gobiernos repiten recetas y nos va mal siempre, o casi siempre. Ahora estamos ante algo que no pasaba en mucho tiempo, sumado a nuestra incapacidad de resolver problemas estructurales (pobreza, desempleo, mala educación, salud, seguridad) este Covid-19, sobre llovido, mojado.

Ideas, nos faltan ideas, tenemos que, necesariamente, encontrarlas, debe y tiene que haber un camino para ello, es más complejo que sólo la expresión del deseo de que nos vaya bien, pensar que vamos a resolver los problemas hablando o escribiendo, ojalá fuera así.

La frase “toda crisis genera oportunidades” es como que en nuestro país se cumple muy poco o a medias, salimos y nos recuperamos un poco de todas las que pasamos, pero siempre es solo un poco. Si no somos capaces de romper con las antinomias, si no nos toleramos, aunque sea un poco para que nos permita juntarnos a armar, sobre la base de las coincidencias que tenemos, una agenda conjunta de temas preocupantes; las villas miserias van a estar donde están y van a ir apareciendo nuevas, los chicos, en su mayoría, seguirán sin entender lo que leen, a muchos de nuestros jóvenes la droga los va a seguir llevando puesto, o matando neuronas, acostumbrarse a vivir de un plan / ayuda, como horizonte eterno, seguirá siendo la salida para muchos.

La resistencia, el miedo de morir, las ganas de vivir, deben llevarnos a cambiar las prácticas. El deseo de cambiar debe ser ese, que combatamos  lo que nos viene dejando las secuelas más terribles: el hambre, el analfabetismo, la falta de seguridad y que todos podamos acceder a un sistema de salud pública digno.

“Para solucionar el problema de lo múltiple, Foucault propone que se sustituya la filosofía del objeto por la filosofía de la relación, es decir que tomemos el problema por su centro, que son las prácticas o el discurso. Las prácticas lanzan objetivaciones que se asientan sobre otras objetivaciones existentes y si las transforman, actualizan las potencialidades prefiguradas en el vacío que dejan las prácticas existentes, que ya no serán las mismas”.

“El cambio no se da por ideología, ni por convicción individual, se da por la actualización del deseo. Las únicas potencialidades que un individuo puede hacer realidad son las que están prefiguradas en su entorno y que el individuo actualiza por el hecho de interesarse por ellas. El deseo es lo que explica el cambio, si no nunca pasaría nada “.

(Paul Veyne; “Cómo se escribe la historia. Foucault revoluciona la historia”. Madrid, Alianza, 1984. Reseña de Celina Farés. Revista Confluencia, año 1, número 2)

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