La violencia arranca, primero, con la palabra, con el ataque al otro, al diferente, al que no piensa como uno. Venimos asistiendo a la primera parte de esto que describo.
El Ministro Fernández desde la comodidad de su cargo y con la información que posee, le hace saber al dibujante Nik, que sabe a que colegio van sus hijas. Un intendente de un pueblo de nuestra provincia, destrata a un grupo de docentes que se manifestaba con una pequeña pancarta. Otro intendente, que desconoce, claramente, los principios básicos de la Democracia, nos desea la muerte a los radicales.
Esa violencia simbólica va creciendo, estos tres hechos que cuento sucedieron en una semana.
Necesariamente debemos llamar a la reflexión a quienes evidentemente no entienden el peso, el valor y el calibre que poseen las palabras. Hay que parar. Hay que respetar. Perder una elección en Democracia no es grave, lo grave es hacer cualquier cosa como consecuencia de lo que les genera esa supuesta tragedia electoral. No podemos naturalizar estos hechos. Podemos empezar conociendo fehacientemente el significado de las palabras. El diccionario es el mejor maestro para este mal.