Al miedo lógico que tenemos todos por los estragos que está
causando esta terrible pandemia, que arrancó en Wuhan, China,
en diciembre pasado, y no sabemos cuándo va a terminar. Hay
que sumarle otros elementos, hasta aquí nunca antes vistos.
Uno es el tecnológico, nos enteramos al instante de lo que
sucede en cada uno de los países: número de infectados,
contagiados y muertos, pruebas y ensayos, técnicas que
funcionaron para controlar el virus en un país y otros tratando de
hacer algo similar. Esa información llega de diferentes maneras,
algunas son de medios o instituciones serias y otras
conspirativas, armadas, justamente con la intención de
preocupar aún más a la población. Sí de algo estamos seguros,
Coronavirus mediante, es que todo lo que hagamos individual o
colectivamente en cualquier parte del mundo, repercutirá, más
tarde o más temprano, y con esto que está pasando, más
temprano que tarde, en el planeta todo.
El miedo suele ser paralizador, no nos permite pensar
tranquilamente, ni mucho menos reflexionar. Tratemos de
encontrar un término medio entre la preocupación y la
esperanza, ese rayo de optimismo que necesitamos para
intentar, todos los días, salir adelante.
En este contexto las voces de filósofos, intelectuales, políticos,
estadistas, profesionales de salud, periodistas, etc. son dispares
y, como toda opinión, respetable.
No soy de creer en teorías conspirativas, al menos hasta que no
lo demuestren concretamente, pero es lógico que el país o los
países que logren controlar la pandemia, serán los que van a salir
beneficiados en todos los sentidos (muertes, contagiados,
desastre económico, etc. ) En este aspecto, China encabeza la
lista de países que controlaron al temible Covid- 19, justamente
donde se originó.
Las pandemias igualan, porque no distingue ricos de pobres, y
debemos remontarnos, un siglo atrás, para comparar algo
similar, que, como en ese tiempo no existía la movilidad que hay
hoy, por duras que fueran, eran puntuales de un país, o de una
región.
La pregunta de cómo vamos a salir una vez que pase esta
tragedia moderna, porque va a pasar, es la que todos tratamos
de imaginar. Creo que no habrá mayores cambios, los que tienen
y pueden aguantar se van a recuperar y ejercerán su liderazgo en
todos los sentidos. El resto tendremos que pelearla como
podamos, con nuestras limitaciones, con nuestras deudas, con
nuestras fragmentaciones. Hoy debemos apoyarnos, ser
solidarios, seguir los protocolos que han establecido los
diferentes gobiernos.
Las relaciones humanas no serán las mismas, pero nos
volveremos a ver, a encontrar, a disfrutar, eso sí, mascarilla,
alcohol en gel y a dos metros de distancia, hasta que llegue la
vacuna y nos devuelva, un poco de todo lo que perdimos.